Tras la proclamación de la Segunda República, se formó un Gobierno provisional integrado por republicanos, socialistas y nacionalistas que convocó elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931.
Estas dieron mayoría a los partidos de izquierda, que redactaron una nueva constitución.
La Constitución de 1931
Establecía una amplia declaración de derechos (expresión, reunión y asociación), la soberanía popular, la división de poderes, el sufragio universal masculino y femenino, la autonomía regional reflejada en un estatuto de autonomía, y la separación Iglesia-Estado. Además, definía a España como una 'República de trabajadores'.
Desde este momento, la evolución de la República pasó por tres etapas: el Bienio Reformista, el Bienio Conservador y el Frente Popular.
4.2 El Bienio Reformista (1931-1933)
Aprobada la constitución, Niceto Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña jefe de un Gobierno de coalición formado por republicanos de izquierda y socialistas.
El gobierno de Azaña puso en marcha una ambiciosa política reformista, tendente a solucionar los problemas de la sociedad de la época.
-Reformas políticas. Se emprendió la descentralización política, aprobando un estatuto de autonomía para Cataluña y proyectos de estatuto para el País Vasco y Galicia.
-Reforma del Ejército. Se redujo el número de oficiales del Ejército y se garantizó su lealtad a la república, jubilando con sueldo íntegro a quienes no quisieran jurarle fidelidad.
-Reformas económicas. En 1932 se elaboró una reforma agraria, que expropiaba con indemnización los latifundios mal explotados y asentaba a ellos a campesinos individuales o en cooperativas.
-Reformas sociales. Se mejoraron las condiciones laborales de los obreros. Para ello, se fijó la jornada laboral en 40 horas semanales, se subieron los salarios y se crearon seguros.
También se limitó la influencia de la Iglesia, autorizando el matrimonio civil y el divorcio, eliminando el pago a los sacerdotes, y prohibiendo la enseñanza a las órdenes religiosas.
-Reformas culturales. Se impulsó la educación pública, creando 10000 escuelas e incrementando el número de maestros.
Estas reformas provocaron movilizaciones tanto de la derecha, que las consideraba radicales, como de la izquierda, que pensaba que se habían quedado cortas. Ante esta situación, Azaña dimitió y se convocaron elecciones en noviembre de 1933.